jueves, 20 de mayo de 2010

“EL Fútbol es perjudicial para la salud”

Dos son los aspectos que producen comentarios a la hora de hablar de la final del campeonato anual: el primero, ¿quién será el ganador?; el segundo, ¿qué va a pasar a la salida? En Parque Batlle varias opiniones se generan con la atmósfera del clásico. Algunos transcurren tranquilos, otros se cuidan un poco más y tienen sus estrategias para no ser afectados. Pero en todos los casos se reconoce que la salida del Centenario trae consigo incidentes no deseados. Para cada uno sus consecuencias. Puede ser la llegada de un cuida coches extraño para la zona, los insultos de hinchas o, a largo plazo, las perdidas en las ventas. Y a la hora de señalar responsables, se repite la respuesta: es la sociedad de ahora.

“Viste cómo es”, dice El Gitano mientras saluda a dos jóvenes que lucen camiseta y bandera aurinegra, “Yo los trato bien y a mí no me hacen nada”. El Gitano cuida coches en Parque Batlle, paga las cuentas de los vecinos de la zona y hasta deposita plata en el banco. Es de Peñarol pero no tiene problemas con nadie. Prioriza el respeto, “vienen como siempre con sus botellas pero yo no los molesto, les digo: vemos el partido y tranquilo a la vuelta”. Asegura que en sus diez años de trabajo no ha habido complicaciones con las barras. Sin embargo el clásico sí le trae un problema: los cuidadores “truchos”. El Gitano los define como personas que ni siquiera practican el oficio, que vienen a juntar plata, algunos son violentos y más cuando han consumido alcohol. Pero él logra sacarlos.

Horacio Lima, pasea su perrito blanco, se ve calmo, es un vecino de la zona y no ha tenido problemas con los clásicos. Pero le molesta. En los partidos, generalmente, no sale de su casa. Fue socio de Peñarol durante años y se fue del club por los incidentes que sucedían en las hinchadas. Después de los actos violentos de los últimos años dejó de llevar a su hijo y su mujer al estadio.

Los guardas de Cutsa prefieren no hablar. Son anti fútbol. Y “por suerte” ya terminan su turno. Los policías de tránsito, por otra parte, se tienen que quedar un rato más. Y aunque no sean partícipes de la parte de control de los hinchas, son insultados constantemente. “Alcahuete es lo mínimo que te pueden decir. No vienen a disfrutar, vienen a distorsionar”, se queja un joven policía que se encarga de regular el tráfico. Asevera que la violencia la conforma la sociedad de hoy, “que va quemando etapas, que no respeta ni a la autoridad ni a los adultos mayores” y que las personas violentas no tienen clase social, son tanto la clase trabajadora, como alumnos de colegio privado, que tratan a veces de pasar la autoridad alegando conocer a gente importante.

Para los vendedores de banderas y los quiscos, la jornada acontece con normalidad. A veces se ve “alguna que otra piñata” dice Federico, encargado del puesto de Nacional, pero estas son menos ahora que se han hecho los circuitos separados para los hinchas. Se lamentan de que las muchas familias ya no participen de la jornada. Federico se dirige a las pequeñas camisetas y cornetas blancas, azules y rojas para contar que esos productos son los que menos se venden.

Bianca Soler

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